Bueno, y esque al final lo único permanente es la impermanencia. Es cierto, en ocasiones lastimamos; en otras nos toca ser lastimados. El resultado es el mismo: saber dejar ir. Nadie nos habló de la impermanencia, de lo fugaz, de lo pasajero, de lo espontáneo. La belleza que envuelve el cerrar un ciclo: saber dejar ir con el mismo amor que se le tiene a algo, o a alguien. El deseo sin duda es la causa del dolor que resulta inevitable. Un budista diría que hay que erradicar el deseo. Para mi, hay que aprender a desear, lo mismo pasa con el amor; por más nato que pareciera...amar se convierte en un patrón, en una capacidad que se debe hacer crecer. Es cierto, no eligimos a quien amar, sin embargo, sí decidimos cómo amar. Empezando por uno mismo.
En mi caso, desconzco mi capacidad de amar. Mucha. Poca. No lo sé. Sé que es suficiente para la entrega, pero más que eso, suficiente para hacerla crecer. Quizás no haya encontrado a esa persona que sugiera que haga de mi capacidad mundos alternos, y por ahora, estoy agradecida con aquello. Tanto mi situación como mi posición opinan que lo siembre...en mi. Volver de semillas, árboles. De ramas, frutos. Hacer del otoño, una primavera indestructible.
Al final, la vida es individual. El tiempo, la razón, la circunstancia, el camino, las pasiones, sueños, metas, ideales...se comparten. Algunas surgen, otras se construyen. Démosle vida a algo mejor...entreguémonos de distinta manera. Entreguémonos con el principio de la impermanencia presente. Amar como alcohólico. Sólo por hoy. Asi viene la difícil tarea de hacerlo a diario, para así enamorarnos a diario. Ese es un amor eterno; aquél que tiene la capacidad de renamorarse día con día. Si se descuida, muere esa luz que surge para mantenerse viva. Es un trabajo señores. El amor es un trabajo de tiempo completo que no puede reclamarse en tribunales, cuyo finiquito debería ser cuestión de cobardes. Se trata de encontrar un colega con el que se trabaja permanentemente para romper con la regla universal de la impermanencia. Un contrato bilateral cuya rescisión debe ser considerada un imposible. Sólo así, resurgir.
Les parecerá hipócrita de mi parte que comencé hablando del saber "dejar ir" con sabiduría. Me refiero únicamente de saber dejar ir a aquél que no resulta ser el colega perfecto. Al final, todos somos reemplazables en todo sentido, mucho más en ésta era "desechable" ¡Hasta la ropa interior se ha vuelto desechable! Ahora los tribunales están hasta el tope por las relaciones desechables...inclusive nuestros legisladores se encargaron de hacer el "Divorcio Exprés" cuyo contrato bilateral puede terminarse unilateralmente. Ahora te "notifica" un burócrata cualquiera que tu estado civil ha cambiado a "soltero"...alomejor si accedemos a dar una pequeña mordida, lo notifique con un poco de tacto.
Lo mismo pasa en nuestras vidas cotidianas, emigremos a la lucha constante de lo que está perdido. Recuperemos la constancia aun dentro de la impermanencia. Si el colega perfecto no nos llega, entonces ensayamos esa cualidad de enamorárnos a diario. Teniendo presente que todo va acompañado de una experiencia que nutrirá ese templo que entregáremos cuando firmemos el contrato bilateral.
Lévantemos polvo. Construyamos. Trabajemos. Ensayemos. Amémonos...empezando por nosotros. Mientras tanto, Natalia, trabajará para hacer de Rebollo el nombre compuesto que estará impregnado en ese contrato irrescindible que firmaré con mi colega.
NR